El té amarillo es una variedad rara y apreciada originaria de China, considerada un tesoro en la cultura del té. Su proceso de producción es similar al del té verde, pero incluye un paso adicional de fermentación suave que le otorga su característico color amarillo y un sabor más suave y menos astringente. Este té se caracteriza por sus brotes jóvenes cubiertos de una pelusa blanca, que le confiere un aspecto distintivo.
Características Generales
Variedades comunes: Junshan Yinzhen y Mengding Huangya.
Aroma: Notas florales delicadas, a menudo con toques de crisantemo o jazmín.
Sabor: Suave, dulce y ligeramente tostado, con una sensación cremosa en el paladar.
Color: Infusión de tono amarillo brillante y transparente.
Teína: Contiene teína en baja cantidad, por lo que puede consumirse sin afectar el descanso.
Beneficios para la Salud
El té amarillo es conocido por sus propiedades antioxidantes y otros beneficios para la salud:
Antioxidante: Rico en catequinas y EGCG, combate los radicales libres y protege las células del daño oxidativo.
Salud cardiovascular: Ayuda a reducir el colesterol LDL ("malo") y aumenta el HDL ("bueno").
Digestión: Mejora la digestión y reduce la acidez estomacal.
Control de peso: Favorece la pérdida de peso al estimular la diuresis y aumentar la quema de grasa.
Salud dental: Su alto contenido en flúor protege contra las caries.
Sistema inmunológico: Fortalece las defensas del cuerpo.
Propiedades anticancerígenas: Los antioxidantes presentes pueden ayudar a prevenir el cáncer.
Usos Gastronómicos
El té amarillo es ideal para acompañar momentos de relajación y puede combinarse con:
Dulces selectos, como bombones o galletas finas.
Tostadas con mantequilla y mermelada.
Bollos y bizcochos no muy dulces.
Almacenamiento
Para preservar sus propiedades, es recomendable:
Conservar en un recipiente herméticamente cerrado.
Guardar en un lugar fresco, seco y alejado de la luz directa.
Evitar el contacto con alimentos de olores fuertes.
Vida de Anaquel
La vida útil del té amarillo puede variar según las condiciones de almacenamiento y el tipo de envase. Generalmente, se recomienda consumirlo dentro de los 12 a 24 meses posteriores a su compra para garantizar su frescura y calidad. Es aconsejable verificar la fecha de caducidad indicada en el envase y mantenerlo en condiciones óptimas.